EL HOMBRE QUE EXTENDIO EL DESIERTO

Una madre está satisfechísima con la afición de su hijo – cortar, podar y talar. Le mantiene atado al jardín familiar y le aleja de peligros y tentaciones. No hay arbusto, espesura ni árbol que se le resistan, sobre todo cuando descubre las ventajas del hacha sobre las tijeras de podar. El niño crece, se convierte en hombre, en empresario, y su afición infantil se transforma en una actividad industrial que pone en peligro la supervivencia no sólo del ecosistema. Esta historia habla de los riesgos que encierran ciertas ocupaciones infantiles – por muy convenientes para la tranquilidad de los padres que parezcan, pueden convertir a los niños en adultos que representen una amenaza para los demás y para lo que les rodea.